Sofocante. by SrMara 

Imagine que está dormida…

Una calurosa noche de las que despierta entresudada, empapada, helada…
irónicamente helada…

Como en un tiempo sin medida, flotando
mas que caminando de puntillas…
siente su cuerpo levitar desde la cama…

Afuera hay un tenue resplandor
que atraviesa el quicio de las ventanas…

Y una oleada de calurosa y húmeda tarde dorada
la invade por completo…
ha secado el sudor de su piel y siente que hasta el camisón le sobra.

El resplandor la rodea con su luz
y el calor comienza a arder agradablemente irradiando todo su ser.

Un calor interno le sofoca al sentir como a través de la ventana
ha salido a un espacio frondoso, caminando sobre hojas caídas
formando un camino que bordea un riachuelo…

Le invita a sumergirse en una poza trasparente de agua burbujeante…
el calor es únicamente soportable
bañándose hasta los hombros…

El vestido que llevaba parece haberse pegado a su cuerpo mojado…
la sensación ingrávida de flotar en una nube…
se siente elevada, como portada en brazos de alguien conocido…

Pero no la lleva…
lo que nota son sus dedos que serpentean por su piel,
por sus rincones, buscando su vulva… acariciando sus pechos…

Puede oír el gorgoteo del agua entre las rocas,
los helechos que frotan sus hojas saludándola,
la madreselva que se enreda…

Y su pulso, su pulso…

Fuerte como latidos al ritmo de un timbal
creciente, acompasado con esos dedos
que hendidos en su ser la electrizan…

Sigue flotando, mil dedos la acarician… de la nuca a los tobillos
y algo mas firme desliza entre sus muslos, suave, cremoso, pero rígido.

La profana, la voltea…
siente como está bajo el agua, pero
puede respirar levemente… entre jadeos…

El ritmo golpea en sus sienes con el fluir de la sangre…
al mismo tiempo que algo está entrando dentro de su sexo…
grande, ancho, palpitante…

Una y otra vez intenta penetrarla…
hasta que sus labios ceden y se abren como una flor aterciopelada
untada en el rocío de la noche húmeda…

El resplandor ha cedido como sus ojos entreabiertos…
al igual que su boca, que exhala gemidos
entre las sacudidas de su cuerpo…

Vuelve a sentir el ritmo que no cesa de zarandearla… una y otra vez,
son las ramas las que parecen sellarle la boca
y restringirla de pies y manos…

Y un ser emergente del río al que apenas vislumbra…
se acerca con paso firme y seco, retumbando, bramando hacia Usted…
erguido como su falo amenazante…

Va a culminar lo que la naturaleza del paraje le había preparado…
asiéndola por la cintura fuerte la saca del agua,
cuanto apenas suspendida sobre la superficie…

Y con el sonido de un chapoteo, entre sus manos la mece hacia él.
De golpe, con las piernas abiertas colgando a lados de su cintura…
toda entra en ella… sin avisar…

Sin parar, constante, final…
hasta tocar su fondo y remover sus entrañas…

Y así permanece presionando,
ensanchando su cavidad…

Retorciéndose suavemente buscando sus más recónditos pliegues.
Dentro ya es fuera y siente toda suya.

Y todo alrededor, él está en ella…
y la llena y la hace gritar.

Golpeándola contra el agua,
salpicando todo su cuerpo, la hace vibrar.

Sus gemidos son ahora desgarradores…
atraviesan la foresta por el oculto lecho.

Y los bramidos de aquel ser
aun son capaces de hacerla sentir penetrada por todas partes…

No hay momento sin descanso…
mareada, levitando, no sabe ni dónde ni quién es,
sacudida, lacerantes las manos golpean su cuerpo.

Sus nalgas y sus senos
con espantosos azotes…
al son de sus penetraciones…

Y de repente el silencio…
no hay pájaros, ni riachuelo…

Tendida estás en tu cama empapada
de flujo y semen… y tú sacudiendo tu vientre al aire…

Abres los ojos y me hallas frente a ti…
te he despertado de un sueño en otro…
palpable, rodeando tu piel con mis besos y mordiscos.

Ahora sí, te abro las piernas sujetando tus tobillos en el aire
y de una sola estacada entro en ti.

Toda, hiriente, sin compasión
a todo lo largo y ancho…
frotando tu ahora estrecho pero mojado sexo

Y de repente ya no te duele…
una oleada de flujo me baña las ingles.

Te deshaces, te desmadejas, me abrazas…
nos miramos, pero se quedan tus ojos en blanco.

Y tu cabeza cae atrás
y musitas, fóllame, fóllame y hazme tuya.

No acabas la frase…
te reviento con las primeras embestidas.

Y no quieres que pare…
no deseas que pare…

Me agarras del culo para que entre más en ti todavía
y que de ahí no me mueva…

Pero la saco, meto mis dedos y te digo…
ten, prueba el sabor de tu coño…
llevando mi mano a tu boca.

A la vez que notas en ese instante como entro de nuevo en ti,
al igual que mis dedos llenan tu paladar hasta la garganta,
que sujeto ya con la otra mano.

Y te digo al oído….
ahora…
córrete ahora…

Y caemos el uno sobre el otro derrumbados por el placer…
sólo nuestra piel empapada del otro
chasquea al chocar embebida de flujo, sudor y leche.

Y te pregunto…
amor…
¿estás bien?

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