Tuya para siempre by mariaps
-Hoy es tu gran día zorrita.
Seis palabras para transportarme a mi auténtica esencia. Tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto sacrificio, pero si, por fin iba a ser mi gran día. Todo lo que yo deseaba se iba a cumplir, después de tanto tiempo. Todas las lágrimas derramadas iban a cobrar por fin sentido y a mí me faltaba el aire y a la vez me sobraba. Efectivamente había llegado el día de cumplir aquello por todo lo que yo había luchado. Me había costado años, años de sesiones, años de entrega, años de dar lo mejor de mí para que mi Amo se sintiera realmente orgulloso, había traspasado tantos límites que en principio tenía… que casi dudaba de que siguiera siendo yo misma, pero por fin era yo, única, sencilla, casi perfecta.
Recuerdo aquella primera sesión con los nervios de entregarte al abismo del desconocimiento, con las dudas y las certezas de saber que es lo que necesitas, aquello que está en tu mente y a la vez necesitas sacar de ella por miedo a que sea demasiado, pero no, nunca lo fue.
Recuerdo las primeras órdenes, los primeros azotes, el primer orgasmo brutal sólo porque por fin sentía. Y no, no fue fácil, hubo muchos momentos de frustración y muchas manos hasta que di con la correcta, aquella que simplemente me hacía volar.
Recuerdo el día que le conocí… vagamente, sobresaturada de fracasos, de buscar imposibles, supongo que pensé… otro de tantos. Qué equivocaba estaba, cuantos mundos inexplorados me quedaban por descubrir, yo que pensaba que estaba a vueltas de todo.
Y sin embargo lo supe desde la primera sesión, aquella mirada inquisidora, ese porte de hombre que sabe realmente lo que quiere, siempre he pensado que caí rendida desde ese primer día, aunque yo lo demostrara después…el miedo siempre ha sido libre.
Habíamos pasado por todas las fases y había sobrepasado todos mis límites. Desde aquellos varazos que dejaban su fina línea en cualquier parte del cuerpo como si de un camino se tratara a esos primeros latigazos casi tímidos que acabaron en verdugones que tardaban meses en curarse y que yo adoraba tanto. Las primeras agujas, la cera, la electricidad, tantas y tantas cosas. Las humillaciones continuas, día tras día, que me hicieron crecer tanto.
Y sobre todo recuerdo perfectamente el primer día que me hizo tocar el cielo, recuerdo que empezó despacito, primero con un flogger, con una cadencia que me resultaba casi insoportable, como quien quiere algo que nunca va a conseguir, la fusta consiguió que mis sensaciones fluyeran un poco más, lo justo para dar paso a la vara, con esos golpes tan secos y fuertes que acabaron magullando casi todo mi cuerpo, tan rectas, tan bonitas. Pero faltaba lo mío, ese látigo que engulle todo tu cuerpo en un sopor dulce que te transporta a otra dimensión. Primero a abrazos, luego a bocanadas de dolor que te hacen pensar que ya no hay más, pero sí, siempre lo ha habido, las primeras lágrimas, ese dolor tan insoportable que te lacera por dentro y su voz… esa que te dice que tu puedes un poco más, que está orgulloso, que eres su mayor triunfo y tu sigues aguantando porque lo idolatras porque sabes que harías cualquier cosa y entonces llega ese momento en el que piensas que el mundo se ha detenido y un millón de estrellas chisporrotean a tu alrededor y simplemente te fundes con un yo que era absolutamente desconocido para ti y te fundes en una orgía de dolor y placer donde sólo quieres morir y nacer de nuevo.
Una sensación muy parecida tuve el primer día que una aguja cosió mi piel, ese coñito libre de los agujeros que te proporciona la aguja curvada y ese hilo tan negro como tus pensamientos. Recuerdo especialmente el dolor en cada punzada, tan vivo, tan intenso, mientras tus terminaciones nerviosas quieren reventar y tu sólo canalizas todas tus sensaciones.
Pero hoy es un día especial, el mas especial en mi vida, el día que le digo voy a ser suya para siempre pase lo que pase. Y sólo le he pedido una cosa que sea él quien lo haga. No creo que pudiera soportar que otra persona lo hiciera, no por dolor sino porque esto es realmente especial para mí.
Algo que solo puedes hacer una vez en la vida, algo de lo que te tienes que sentir plenamente convencida porque nunca va a haber marcha atrás, pero precisamente por eso va ser algo tan único que sólo deberías conceder una vez em tu vida.
Y lo vamos a hacer a nuestra manera, sin protocolos, sin clichés bedesemeros que seguir porque al final es una cosa entre él y yo, eso sí acompañada de mi gente, esa que me ha visto crecer en este mundo, esa que me quita el estrés de toda la semana, esa con la que he compartido alegrías y penas porque al final, todos somos personas por encima de cualquier cosa. Pero también es esa gente con la que estás tan bien, que te comprenden tanto… si el resto del mundo se enterasen, porque estamos en otra época, pero por muy amigos que sean terminarían llevándote a la hoguera. Pero en nuestro entorno somos nosotros, los que somos de verdad, sin prejuicios, sin lacras sociales, sin ataduras (o sí, pero de otra forma).
Y aquí estoy yo, desnuda, como corresponde, como no podría ser de otra manera, no hay vestidos blancos ni mierdas varias que te relatan en algunos libros de BDSM, porque al final yo no soy nada, sólo una extensión pequeñita de mi Dueño, mi Amo, mi Dios. Y por fin va a suceder. No estoy atada, porque tengo que aguantar este dolor libremente, con orgullo sabiendo que me han concedido el mayor de los honores. Y soy tan feliz…
Hoy por fin, mi sueño, mi mayor aspiración va a verse cumplida.
Estoy impaciente, no nerviosa. El maestro de ceremonias y amigo mío se dirige al público expectante. Seguramente hay gente que no vuelva a vivir esto otra vez, ni siquiera en segunda persona. Yo tampoco, pero es que hoy es mi día.
Mi Amo se acerca lentamente y lo hace, es un dolor tan bueno, tan especial, tan nuestro. Por fin tengo mi marca a fuego. Me la he ganado.
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