De novedades y primeros pasos by _man_max_
Son casi las diez y trece de la noche y aquí, en Madrid, está cayendo una descomunal tromba de agua mientras voy conduciendo mi coche. Sé que tendría que estar prestando más atención a todo lo que está a mí alrededor mientras conduzco con lluvia pero durante este trayecto, solo puedo sentir mi corazón y latidos acelerándose poco a poco al recordar hacia donde me dirijo, y creo que llego bastante justo de tiempo.
Esta mañana me despertó la vibración del móvil, busque a ciegas el dichoso aparato en mi mesilla mientras aun me encontraba bastante dormido. Un mensaje claro y directo:
“A las 22:30 en mi casa. Cuando llegues llama al telefonillo. No te retrases”
Repito esta frase en bucle en mi cabeza mientras voy camino a la casa de mi Señora. Me aviso hace una semana de que el día de mi presentación en sociedad como su sumiso seria hoy, sábado 18 de Abril; y desde que lo supe la euforia y los nervios me han consumido durante toda la semana; nervios por pensar en si voy a estar a la altura de mi cometido, ya que lo que no quiero es defraudarla. Y creo que su adiestramiento ha servido para estar a la altura, pero al ser la primera vez que voy a un evento de estas características la duda me inunda.
Espero encontrar aparcamiento fácilmente, ya que como me retrase unos minutos más si que llegaré tarde y seguramente me caería algún castigo.
Consigo aparcar en el parking subterráneo a una manzana de su portal, menos mal que siempre está esta opción. Cojo del maletero el paraguas, mi pequeña maleta negra y mi traje en su funda protectora, espero que no se moje con esta lluvia si no iré a la fiesta calado. Por lo que me dijo mi Señora en estos eventos siempre hay que ir adecentado, y llegar empapado no es una opción.
Llego lo más rápido que puedo al portal cargado con todo, miro el reloj antes de llamar al telefonillo; las diez y veintiséis minutos, pulso el botón de su piso. A los pocos segundos oigo el pitido de apertura de la puerta.
Me encuentro la puerta entornada, limpio mis zapatos en la alfombrilla del pasillo y dejo el paraguas mojado apoyado en la jamba de su puerta mientras entro y cierro delicadamente. Cuelgo el abrigo en el perchero, al lado mi maleta; quito los zapatos y calcetines, me quedo completamente desnudo en la entrada de la casa y doblo la ropa. Abro el armario del pasillo y dejo mi traje sin funda de plástico en el armario. En el mismo momento en el que estoy colocando la ropa escucho desde el fondo del piso.
“Estas tardando demasiado ¿no crees?” – Respondo alto para que pueda escucharme. – “Discúlpeme Señora, estoy terminando de colocar la ropa y cogiendo el collar”
“Sin escusas, no quiero llegar tarde por tu culpa”
Nervioso por sus palabras, abro la caja que hay en el armario. Sobre un cojín rojo veo el collar fino de cuero que mi Señora me otorgo tras los primeros días de entrenamiento. Me ordeno que cada vez que estuviese en su casa, tendría que llevárselo encima del cojín para que ella me lo colocara como una de las normas a seguir.
En apenas unos segundos me acerco hacia su habitación; desnudo excepto solo con la jaula metálica entre mis piernas y los brazos extendidos portando el collar. Al final del pasillo, con una calidad luz proveniente de una de las lámparas encendidas, veo su figura proyectada en la pared, un escalofrió mezclado con entusiasmo me recorre casi todo mi cuerpo.
“Por fin, llegaste. Creí que ibas a venir unos minutos antes de la hora que te dije. Sabes que no me gusta NADA que llegues rozando la hora límite” – Me dice de manera segura mientras yo me quedo embobado y congelado unos segundos mirando su silueta nada más entrar a la habitación. Allí estaba mi Señora, erguida y de espaldas a mí, con lencería negra de encaje en su busto y nalgas, mientras termina de ponerse una media con su pierna izquierda sobre la cama.
“¿Qué estas esperando? Ya empecé yo a vestirme” – Agito mi cabeza para romper el hechizo y tras este lapsus me arrodillo agachando la mirada delante de ella y levanto mis manos ofreciendo que me coloque el collar. Con mi vista en sus pies que se mueven ella se posiciona delante de mí y coge el collar.
“Levanta la cabeza” – Obediente, hago lo que me ordena y por fin consigo ver su rostro, sus labios carnosos coloreados en negro y esa mirada de ojos marrones profunda y concentrada en poner bien el collar.
“Ahora ayúdame”
“Si, Señora” – Respondo mientras levanto mi rodilla derecha y cojo la media que le faltaba por poner.
Apoya su pie en mí, suavemente voy colocando la prenda mientras subo y rozo con el dorsal de mis dedos su sedosa piel hasta que la coloco a mitad de su muslo. Baja su pierna y se da la vuelta, uno las tiras que unen la pieza de encaje de su liga con las medias, las dos de atrás; me muevo de rodillas delante de ella y coloco las dos tiras restantes. Me levanto delante de ella con la cabeza cabizbaja.
“Coge el corsé y ayúdame a colocarlo” – Mientras señala con su brazo y dedo a la cama. De cuero negro, lo cojo y abro mientras me voy colocando detrás de ellas, la envuelvo en él y aprieto intentando no pasarme de fuerza para no lastimarla.
“¡Aprieta! ¿O es el primer corsé que colocas? – Me reprende. Hago lo que me ordena e intento colocarlo lo mejor y más fuerte que puedo. Me gusta cuando me sermonea si hago algo mal o que no es debido, pero a la vez también me intimida bastante.
“Esta noche te tienes que portar de manera impecable, nada de desobedecer o cuestionar mi palabra”– Me roza el muslo mientras continuo abrochando el corsé – “Nada de mirar a los ojos directamente a nadie… cabeza agachada siempre, y solo hablaras cuando se te permita hacerlo. Si no ya sabes. “– en ese momento recuerdo la primera vez que hable sin permiso y la reprendí, el dolor por la sesión de fustazos en el culo que me lleve no se me olvidara jamás. – “Siempre a mi lado, a menos que yo te ordene lo contrario y beber o comer solo si yo te lo ordeno, ¿entendido?”.
“Si, Señora” – respondo mientras termino de ajustar y colocar el corsé. Se vuelve y coge con sus largos dedos mi barbilla, haciendo que levante la cabeza y la mire a sus ojos. Aprecio una sonrisa burlona de camino a su mirada.
“Ahora vamos a ver la sorpresa que tengo preparada para ti” – Se acerca hasta el armario y desliza la puerta. Saca un bolsón de cuero marrón y lo coloca en la cama. Lo abre mientras me mira y sonríe, saca de dentro lo que parece ser alguna pieza de ropa de cuero, coge y me los lanza. – “Vete poniendo esto” – examino y estiro. Si, es ropa, específicamente un calzón de cuero que deja el culo al aire. Me sorprende bastante, no esperaba esto. Sigue sacando cosas del bolsón y las va colocando en la cama; veo lo que parecen ser unos guantes redondos y acolchados a juego con los calzoncillos de cuero, unas rodilleras negras. Mis ojos se abren como platos, también diviso lo que parece ser un plug cola de perro de silicona junto a una máscara de cuero que simula un hocico de animal. Mi Señora se ríe al ver mi cara de estupefacción frente al material.
“Jajaja… Si, lo que estás viendo; esta noche serás mi complemento en la fiesta. Te tocara portarte como un perro. Eso quiere decir que estarás todo el rato a cuatro patas y detrás de mí, aparte de las órdenes que antes te comente. Si bebes será con la boca y como un cachorro que es lo que vas a ser esta noche. Quizás… si te portas bien, te dejare sociabilizar un rato como una persona normal”
Siento como el sudor se desliza por mi espalda. No me puedo creer lo que mi Señora está diciendo, la vergüenza me inunda ahora mismo y no puedo imaginar cuanta de esta sufriré en la fiesta. Pero a la vez quiero hacerlo, mostrarla todo lo que me ha enseñado durante este periodo de tiempo con ella. Una sensación extraña, la verdad.
“¡Ah, lo olvidaba! Solo ponte ahora el calzón que ya debería estar colocado. Llevaras puesto también el collar, desde que has entrado por esa puerta, es un símbolo más de mi pertenencia así que, lúcelo con orgullo”
Se va acercando lentamente hacia a mí, con sus suaves manos, me agarra las mejillas y aprieta fuertemente. Se acerca hacia mi rostro, disfruto como su cara se mueve sinuosa y lentamente como si fuese a besarme pero a unos escasos centímetros de mi boca se para. Casi he estado a punto de rozar sus labios. Se aproxima a mi oído y dice:
“Y ahora perrito…. A vestirse con la ropa de gala, y colocas todo lo que no lleves puesto en la bolsa mientras yo termino de arreglarme, nos están esperando”.
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